viernes, 30 de julio de 2010

Figuras de estrellas

Todos los ángulos, las medidas para ubicar los objetos de la esfera celeste con un telescopio, etc., son útiles. Pero quien quiera empezar a observar el cielo, antes tendrá que familiarizarse con él. Las constelaciones, delicadas ilusiones ópticas que “ordenan” la noche, permiten pasearse con comodidad entre las estrellas, en compañía de esa pizca de magia con la que han llegado a nuestros días: las osas, el dragón, Casiopea, Orión, Pegaso u otros personajes, monstruos, animales, instrumentos y objetos se convierten en figuras conocidas. Luego, las buscaremos hasta en cielos desconocidos, como si tuvieran que guiarnos y nos resultara imposible mirar el cielo oscuro sin preguntarnos dónde se encuentran. La noche quedará para siempre impregnada de sueños y figuras fantásticas volátiles de un pasado mitológico.


El hombre, desde la noche de los tiempos, ha comparado a simple vista la disposición de las estrellas con imágenes conocidas. ¿Quién no ha mirado las estrellas hacia el Norte y no ha visto una especie de carro? Es la constelación de la Osa Mayor. A partir de ella, siguiendo alineaciones y curvas, pueden identificarse otras muchas figuras. Aun a sabiendas de que la forma de las constelaciones es una pura ilusión de perspectivas, de que no corresponden a ninguna realidad física, sino que son conjuntos convencionales de estrellas, siguen siendo útiles, porque son una forma sencilla de orientarse en el cielo.

Los astrólogos antiguos que identificaron las principales constelaciones del hemisferio Norte intentaban reconocer estrellas que les permitieran orientarse e interpretar la influencia del cielo en la vida del hombre. Esas figuras formadas por estrellas las asociaron a personajes mitológicos, animales u objetos comunes, y su origen se explicaba a través de mitos y leyendas, a menudo relacionados con creencias religiosas.

La costumbre de adivinar figuras formadas por las estrellas ha llegado hasta nuestros días; así, las constelaciones modernas recuerdan objetos en instrumentos científicos; casi todas estas se hallan en el hemisferio Sur, prácticamente desconocido hasta principio del siglo XV.

Pero no todas las constelaciones son visibles desde un lugar determinado, e incluso las que pueden verse desde un punto concreto no siempre pueden observarse en todas las estaciones del año. Todo dependerá de las coordenadas de las estrellas que las formane. Por ejemplo, en un lugar con latitud X las estrellas con declinación superior a X-90º no aparecerán nunca. En latitudes medias siempre habrá constelaciones que nazcan y se pongan, constelaciones siempre invisibles y otras siempre visibles (circumpolares).
Además, a causa de los movimientos de rotación y translación terrestres, hasta las constelaciones también depende de la duración del día. Cuando, por ejemplo, más allá de 12 horas, siempre resulta más difícil ver las estrellas.


Las constelaciones oficialmente reconocidas son 88: las 12 que forman el zodiaco, otras 27 que se hallan en el hemisferio Norte y 49 en el Sur. Las constelaciones más conocidas son, sin duda, las que representan los 12 signos del zodiaco y aparecen en el cielo nocturno y se suceden, grosso modo, mes tras mes a causa del movimiento de traslación de la Tierra. También son muy conocidas las constelaciones de la Osa Mayor, muy visible y circumpolar en Europa del Sur y central, y de la Osa Menor, también circumpolar, aunque menos evidente. Dado que la Estrella Polar, muy cercana al polo norte en la esfera celeste, forma parte de la Osa Menor, esta constelación nos permite determinar el Norte con facilidad.

Fuente: Atlas ilustrado del Cielo

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